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Dibujar con lápiz de color

¿Estáis pintando con lápices de colores y no tienen la punta afilada? ¡Mal! ¿Sabéis porqué? Pues porque el papel se daña y el color no queda saturado correctamente. Hay muchos otros factores a tener en cuenta al pintar con lápiz de color, una técnica no tan valorada como otras pero con infinitas posibilidades artísticas. Y hay algo que la hace única, que es que con ella se pueden hacer dos cosas: trazar líneas (dibujar) y manchar (pintar), además de combinarla con otras técnicas para realzar y definir una obra.
El método de dibujar con lápices de colores es conocido como técnica seca, en la que se incluye el carboncillo, las ceras, los crayones, el grafito, la sanguina, las cretas, las tizas y el pastel. También existen los lápices acuarelables pero solo hablaremos de los colores secos. Existen numerosas técnicas de ilustración, que se aplican mediante la superposición de capas que va de los tonos claros a los oscuros. Aquí enumeramos algunas de ellas.

Técnica lineal o rayado: Utiliza la superposición de líneas cruzadas que forman tramas, para conseguir valores, matices y contrastes; en las zonas con más intensidad se sugiere que se tracen más líneas.

Técnica tonal: Es el método más común. Se aplica de menos a más, es decir, se aplican primero los tonos menos intensos, para ir luego superponiendo los colores más intensos. Empezar con suavidad y trabajar por capas. Se puede aparentar un efecto de mancha con líneas superpuestas.

Técnica del puntillismo: Consiste en hacer un dibujo mediante puntos, degradándolo para darle volumen y crear un efecto impactante. Las áreas con más sombra tienen más densidad de puntos, al revés que las áreas más claras.

Técnica del blanqueado: El lápiz blanco, ese que muchos siempre se preguntan cuándo usarlo, permite también lograr resultados únicos. Al aplicar el blanco por encima “apastela” el color, hace desaparecer los rastros que pudiera haber del lápiz fundiéndolo con las “manchas” y elimina el efecto del granulado del papel produciendo una textura aparente más uniforme.

Técnica del borrado: Una goma también sirve para trabajar en negativo. Al aplicarla sobre una superficie sombreada, va a abrir zonas blancas, es decir, borrar ciertas zonas para recuperar el blanco del papel y crear así espacios de luz.

Técnica del frotado: Rallador de cocina, suela de zapato, posavasos... todos estos objetos pueden servir para crear texturas. Se coloca el papel encima de la superficie rugosa y luego se frota con el lápiz, así se marca la textura en el papel y aportas originalidad a tus dibujos.

Técnica del bruñido: Esta técnica permite darle brillo a los colores utilizados fregando la superficie dibujada con un trapo o con el dedo. Al frotar se aplanan las fibras de papel, lo que resalta los colores y hunde las partículas de pigmento, pruébalo, el resultado es asombroso!

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